martes, 18 de marzo de 2014

Ay Martín Martín no seas tan Rafin…



Ay Martín Martín no seas tan Rafin…

Martín caminaba vacilante por la orilla de la playa que estaba frente a la cabaña de su padre, deseando que el tiempo corriera de prisa y que esas mini- no sé qué que había ideado su padre acabaran pronto. Hacía apenas un día que habían llegado y él sólo quería alzar sus maletas y regresar a lo que quedaba de su “hogar”. Habían pasado tantas cosas esos últimos meses que nada lo hacía sentir seguro.
Ricardo, su padre, no sabía cómo conectar con él; a veces pensaba que su hijo lo culpaba de la muerte de su madre y otras veces estaba seguro.
Y lo más acertado es que lo odiaría aún más cuando le dijera lo de.... ahhh, mejor no pensar en ello ahora. Al menos se consolaba pensando que su niño seguía con él... y que habría tiempo de reparar los lazos. Pero cuánto dolor le causaba ver la expresión de vacío en aquellos ojos tan azules como el cielo de aquél atardecer.  
-Martín… mi pequeño Martín- Decía con nostalgia, al ver a su hijo perdido y no atreverse a ir a su encuentro.
-No te preocupes, Ricardo. Ya verás que Martín lo va a entender! Es un buen chico… igual a su padre!- Dijo Helena, abrazándolo por la cintura.
-Eso espero, mi amor. Eso espero- Dijo besándola -No sabes cuánto me costó traerlo aquí- 
Y sí que había costado. Aquello fue una guerra de voluntades terrible entre padre e hijo. Ricardo estaba perdiendo su valiosa paciencia y su hijo no parecía ceder por nada. Y sólo accedió cuando, a las amenazas, se le sumó la promesa de que al viaje los acompañarían Rafael y Helena.
-Si a veces pareciera que hace de todo sólo para enfadarme- Y aprovechó que Martín estaba lejos para besarla y llevarla a su cama.
Sentado en el lugar que siempre solían ir de picnic con sus papás, Martín seguía con la vista clavada al infinito. El tiempo parecía detenerse para él. De pequeño había pasado los mejores veranos en esas tierras, pero algo le decía que éste en particular iba a ser inolvidable. Y el tiempo le daría la razón.
-Mamita, cómo te extraño!- Dijo, suspirando. Hablaba al viento, con los ojos cerrados, recordando el rostro de su madre, imaginándola a su lado, acariciándole la cabecita como antes. Pero al abrirlos, se vio solo en medio de la nada y una sensación de vacío lo golpeó. Sintió un impulso de estar con su padre, no quería estar nunca más solo, así que partió a su encuentro.
Llegó a la casa y buscó a su papá en su despacho, pero no estaba; subió a la habitación, no se molestó en tocar, nunca lo hacía por qué ahora sí?! Pensó. –Papi yo…- Dijo apenas entró, pero las palabras huyeron de sus labios ante lo que vio.
Ricardo y Helena estaban perdidos en un cálido beso, que no se percataron cuando la puerta se abrió.

-Son unos malditos!!!- Gritó Martín, mirándolos con odio, cuando logró salir del estado de shock. Había deseado tanto correr a los brazos de su padre, pero lo que encontró le destrozó el corazón

-Martín, hijo- Trató de acercarse Ricardo.

-No me toques! Me… me repugnas!! Me das... me das tanto asco!

-¡Martín! Sé que es una sorpresa para ti, pero no es razón para que te pongas insolente- Amonestó Ricardo, dando nuevamente un paso hasta el lugar en donde su niño estaba parado.

-Una maldita mierda... –Gritó, apartándolo de su lado- Es que acaso no tienes respeto por la memoria de mi madre? No lleva muerta ni seis meses!!!- Decía, caminando como león enjaulado por la habitación- Y tú?!! -Dijo señalando a Helena- Se suponía que eras su amiga!!- 
  
-Martín hijo, no es lo que tú piensas- Ricardo no sabía cómo decirle que con su madre sólo vivían juntos... que ella sabía de Helena, que si no se habían divorciado era sólo por él... cómo explicarle a su hijo que su vida era una farsa, mantenida a punto de esfuerzo y sufrimiento?

-Ah, no?! Y qué se supone que es esto, eh?! Sólo te estaba consolando?! Cómo pudiste traer a tu amante a la casa que compartimos con mi mamá?!! 

-Martín, siéntate. Tenemos que hablar- dijo controlándose para no decir ni hacer nada que no perjudique más la relación tan frágil.

Pero el niño había visto y oído suficiente.- No tengo nada que hablar... con ninguno de los dos! Me dan asco!! Yo mejor me largo de aquí.

Ricardo, impactado como estaba, dejó marchar a su hijo.-Qué haremos, Helena?-

-Creo que debemos dejarlo tranquilo, al menos hasta que se calme y podamos hablar- Dijo ella, intentando no mostrar cuán afectada estaba por las palabras del chico aquél al que amaba tanto como a su Rafael.
-Qué le diremos?- Ricardo en toda su vida jamás había estado tan perdido.
-La verdad...- Aquello sonó más a pregunta que a una afirmación.
-Toda la verdad- Dijo incrédulo
Helena suspiró apesadumbrada. Toda la verdad era muy difícil de aceptar. Ella lo sabía y temía perder el cariño de ese niño lindo al que la propia Lucía -madre de Martín y amiga de ella- le había encomendado.
-Toda la verdad- Le besó la frente -cuando regrese Martín hablaremos con los niños. No eres mi amante, te sacrificaste por mí, por mi error. Sólo temo perder a Martín-
-Lo sé, cariño. Lo sé! Y no te pido que lo hagas, yo...-
-Le contaremos todo, y si tú fuiste capaz de perdonarme, lo hará mi hijo-
-Te amo, Ricardo!! Lo sabes, verdad?! Te amo mucho!!
Mientras la pareja se consolaba, el tormento de los chicos comenzaba.
Rafael había seguido a Martín. No logró entender qué había pasado, pero él no iba a dejar solo a su amigo del alma.
 -Hey, hermano, qué te pasa?!!- Preguntó inocentemente el chico, alcanzándolo en la sala de la casa.
-Aléjate de mi bastardo de mier…- Se alcanzó a contener -tú no eres mi hermano y nunca lo vas a ser!!-
Ricardo había salido de la habitación en el instante justo para escuchar lo que sus hijos se decían- Martín!- Exclamó, acercándose hasta ellos- Retira lo que acabas de decir y discúlpate ahora mismo!- Le ordenó, tomándole de un brazo.
-NO ERES QUIÉN PARA DECIRME QUÉ HACER!! Y ES LA VERDAD!! ESA RAMERA SE ACUESTA CON CUALQUIERA, POR ESO RAFAEL NO SABE QUIÉN ES SU PADRE… Y ESA, PADRE, ES LA DEFINICIÓN DE BASTARDO!!-
Plafff
Un golpe seco y un calor quemante en su mejilla izquierda fue todo lo que sintió el niño. Su papá acababa de darle una cachetada.
-Hijo de puta, me has golpeado!- Dijo, tratando de salir de la casa 
-Hijo, espera! Yo... lo lamento! De verdad, cariño…- El padre seguía torpemente a su muchacho, por el pasillo de la casa. 
-No es cierto, me has golpeado!! Jamás me habías pegado y ahora lo haces por estos! Pues que te aproveche tu nueva familia porque has perdido la tuya- Miró a Rafael – Felicidades, tu madre es una zorra!!- Dijo, dándose media vuelta para no volver a verlos jamás. 
-Tú no te vas a ningún lado, jovencito. Vamos a hablar, y más te vale que vayas cambiando de actitud. Soy tu padre, y me vas a escuchar... quieras o no.- Ricardo había tomado a su hijo del brazo para impedirle que se fuera.
-Déjame, maldito hijo de perra... tú... tú no eres nada mío!! Te odio.... te odiooo!!- Gritó, volcando toda su bronca en aquellas palabras y soltándose bruscamente del agarre del hombre. Su padre detuvo sus pasos, mirando hipnotizado cómo su único hijo se alejaba maldiciendo y rabiando a más no poder. 
-Qué esperas, Ricardo?! Ve por tu hijo!! Está muy enojado y no sabemos de lo que es capaz!! Haz algo... por favor!!- Suplicó Helena, observando impotente la escena desde las escaleras. Habría querido hacer algo ella misma pero supo comprender que no estaba en sus posibilidades detener la marcha de Martín. El chico la adoraba... casi como a una segunda mamá, pero no después de verla en brazos de su padre. 
Martín estaba fuera de sí. Salió de la casa, decidido a cualquier cosa. Tenía la intención de meterse al mar y no salir nunca de ahí; extrañaba a su madre, y ahora había perdido a su padre, a su segunda madre y a su mejor amigo. 
Corrió ciego por las lágrimas, el dolor, la desesperación... todo! Quería ahogar esos sentimientos y no le importaba si en el proceso se ahogaba él también. Prefería la muerte. Total, nadie lo extrañaría. Nadie lo quería, y al fin y al cabo, dolía más la vida solo que la muerte misma. Al menos así podría ver a su madre... su mamita linda! 
Ricardo corrió como un loco tras su hijo y se lanzó al agua por su bebé. Él no perdería a su hijo. Brazada tras brazada, rogaba al cielo por que le ayudaran a encontrarlo; cuando por fin dio con él, se asustó de verle la mirada vacía. Su hijo había dejado de luchar contra el mar que trataba de devorárselo. 
-Te tengo, mi bebito- Dijo entre sus pensamientos y empezó la ardua tarea de sacarlos a ambos del agua. 
-Déjame… vete, papá!! Vete con ella!! Quiero estar con mi mamá, extraño a mi mamita- Murmuró su hijito, débilmente. -Déjame ir, por favor! No quiero sufrir más…
-No! No sufrirás más, mi hijo! Te contaré todo, bebé! Te contaré toda la verdad- Le dijo Ricardo como último recurso mientras luchaba con su hijo para mantenerlo a flote.
Martincito no dijo nada y cerró los ojos, dejándose llevar por los brazos de su padre. Algo le dijo que debía escuchar lo que papá tenía para decir, sólo esperaba no arrepentirse.
En cuanto llegaron a la orilla -Habla- le dijo soltándose del agarre de su padre.

-Vamos a la casa. Te vas a quitar esa ropa mojada y luego hablaremos, campeón.

Martín se mantuvo en silencio otra vez. No tenía ganas de hablar. Pero al llegar a casa y ver a Helena y a su hijo, le hizo hervir la sangre- Y qué esperan?!! Una invitación para irse de casa de mi mamá?!- Dijo tomando a Rafael y arrastrándolo del lado de su madre para sacarlo de la casa a empujones.

Eso fue todo lo que Rafael pudo soportar y empezó a forcejear con su hermano del alma- No me toques... suelta, o no respondo de mí.

-Que no respondes?! El que no responde soy yo!! O sales tú y la prostituta de tu madre de mi casa, o los saco a patadas!!

-Hijo!!!- Gritó Ricardo, intentando evitar una pelea. Pero fue tarde. Rafael le estrelló el puño en la cara al otro muchacho y la batalla entre los "hermanos" dio comienzo. Ricardo y Helena miraban impotentes cómo sus chicos se golpeaban y daban patadas, hasta que Ricardo se metió en medio de los adolescentes.

-No te metas- Le ordenó Martín, -si no quieres que te parta la cara por...- No le salían los insultos hacia su padre.

-Se acabó, jovencito! Se acabó para los dos! Esto es suficiente!- Repitió el señor, pero Rafael no pudo detener su mano y un puñetazo llegó a la cara de Ricardo.
-Lo siento, lo siento!!- Dijo desesperado. Trató de salir corriendo de casa.
-Perdón, perdón! No quería- Quiso excusarse al ver que su mamá se acercaba –No, mamita… fue un accidente, mami no me pegues!!
Helena miró con una mezcla de tristeza y enojo a su hijo. No quería hacerlo, pero se había pasado con aquellos golpes. -Ven aquí, jovencito- Dijo mamá, atrapando a su niño por el antebrazo y dándolo vuelta para tronar dos fuertes palmadas en la colita de su retoño.

-No, mami, por favor! No delante de él- Le rogaba a su mamá, Rafa sabía que a Martín no lo castigaban así, y a él le daba mucha vergüenza que a él sí y que su ex-amigo se enterara.
Por su parte, Martín miraba el intercambio entre madre e hijo con una sensación de extrañeza, sintiéndose afortunado de inmediato. Y arrugó la naricita cuando escuchó cómo sonó la mano de Helenita contra la parte trasera de Rafa.

-No más, mami, no lo vuelvo hacer- Le rogaba. Y Helena no tenía intenciones de darle más que esas dos palmadas. Entendía la reacción de su hijo. No la consentía, pero entendía por qué lo hizo.

Rafael al ver que no lo castigarían más, se soltó con cuidado de su mamá, -Me voy a mi casa, no quiero volverlo a ver nunca más-
-Si no quieres que vaya por el cepillo, te quedarás aquí, jovencito- Comentó Helena, bastante seria.
-Puedes pegarme en la casa, si quieres- Respondió saliendo. No podía soportar el dolor que estaba sintiendo. 
-No le pegues, Helena. Sabes que no fue su culpa- Dijo Ricardo
-CLARO! LO DEFIENDES PORQUE ES EL HIJO DE TU AMANTE!!-
-Estás equivocado, hijo. Tú empezaste todo esto y no es justo que Rafa pague por eso. -Ricardo vio cómo los colores le cambiaban a su niño. Se puso rojo de furia.

-Es un maldito bastardo!! Por qué lo defiendes?!!- Martín estaba desbordado. Gritaba de frustración ya.

-Te equivocas... Rafael no es ningún bastardo... él es... es tu hermano! Es mi hijo!!

Martín hizo algo que jamás pensó hacer: golpeó a su padre, un seco golpe en la mejilla, que casi hace caer al pobre de Ricardo. Helena, que estaba cerca, lo sostuvo y Martín la empujó a ella también.

Rafael aprovechó la distracción y salió corriendo, todo este tiempo le habían mentido.
-Helena, ve por él! No creo que verme ahora ayude mucho, además debo castigar a Martín- 
-Tú a mí no me tocas más!-Gritó Martín hecho un huracán de rebeldía.
Por otro lado, Ricardo no dijo nada. Se limitó a sujetar a su hijo y le dio una nalgada sobre la ropa mojada - A tú pieza! Te duchas, y tú y yo, jovencito, tendremos una larga conversación- 

El niño se estremeció de dolor. Nunca antes en su vida le habían dado ni un sólo chirlo y esa palmada definitivamente le había dolido, y mucho!
-He dicho que no! Maldito!

ZAS!! ZAS! ZAS!!

-Obedece, Martín!!

-Auuuu... deja de hacer eso! Es muy humillante.- Se quejó el jovencito, intentando alejarse de  las manos de su padre.

Ricardo se cansó de la actitud de su hijo, lo tomó de una oreja y lo llevó a punta de nalgadas a su habitación. Una vez adentro, le buscó ropa, le sacó la polera mojada y lo secó con una toalla y le puso una seca; luego, bajo las protestas y manotazos asustados que impedían su trabajo, le sacó la bermudas, y lo dejó sobre sus rodillas -puede que no tuviera práctica desde ese lado pero del otro, tenía un máster!!- Una vez acomodado su hijo, le bajó el último vestigio de protección.
-Nooooooo... no te atrevas!! Déeeejame, infeliiiiiz... mal nacidoooo!!! Suéltameee!!- Bramaba desesperado el chico, tratando de liberarse de la prensa que ejercía su padre sobre su cintura, moviéndose intensamente.
 ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
-Cuida el tono, Martín. No estás en las mejores condiciones para ponerte insolente- Y el niño se mordió un puñito con tal de no darle con el gusto a su papá de verlo llorar. Aunque, a decir verdad, esas pocas nalgadas ya habían empezado a picar.
Ricardo le sacó la mano de la boca y se la sujetó en la parte baja de la espalda-

ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!   

-Mmggggg... ufff.. auuauauau... -Se quejaba despacito. -Auuu... yaaaa 

-No puedes salir corriendo como lo hiciste, Martín, ni meterte al agua de esa manera- Dijo Ricardo, antes de dejar su mano sobre la nalga derecha del chico- ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!   
Martín no soportó más. El dolor en su corazón, su alma herida, su orgullo doblegado hacía que aquellos golpes dolieran más de lo que debían doler. –Buaaaaaaaaaa……Deja, papá... déjameee... buaaaa!!!
 -No puedes emprenderla a puñetazos! Rafael es inocente en todo esto- Dijo dándole palmadas ahora en su nalguita izquierda- ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!  

-Ahhhhhh… auauuauuuuuu... yaaaaa... Me pegas por su culpaaa... buaaaaaaa… buaaaaa
-Qué culpa tiene él, hijo?! Qué culpa tiene tu hermano?- Dijo sobándole un poco el trasero, que estaba seguro le debía doler horrores. 

-M-m-maa-l-looo... l-lo prefieres a éeeel...- Sollozaba desgarradoramente el muchacho, haciéndose pequeñito.

Ricardo le terminó de sacar el calzoncillo mojado y lo envolvió en una toalla; hizo todo eso mientras lo acombada para dejarlo sentado en su regazo. -Todo lo he hecho por ti, Martín. Eres mi hijo querido! Si quieres, mi sol, papá te contará todo, explicaré todo!!- Le susurraba, besándole los cabellos húmedos, buscando consolarle.

 -Martín, la vida con tu mamá no era lo que aparentaba ser… nos queríamos, pero nunca nos amamos y si tú quieres que yo te cuente toda la verdad, lo haré, aunque no te guste, aunque no lo entiendas… aunque tú dejes de amarme como a tu padre, aunque decidas que no quieras vivir más conmigo y que quieres vivir con tus abuelos, lo aceptaré, pero con la única condición que me escuches hasta el final- Dijo Ricardo, con los ojos rojos de tanto llorar. Sabía que perdería a su hijo... aunque tal vez podría recuperarlo en un futuro, pero si seguía manteniendo el secreto, lo perdería para siempre.

Martín estaba enojado, furioso, dolido y confundido. Le dolía mucho el trasero. Por primera vez en su vida su papá le había pegado y no era algo que quería repetir. Además, la oferta de poder irse a vivir con sus abuelos y no tener que ver nunca más a su padre y a su amante, era más que tentadora. Sólo debía escuchar la traición a su madre. Y de solo pensar eso, su corazón sangrante dolía un poco más.

Ricardo, tomó a su hijo y lo dejó apoyado contra su cuerpo. Su niño lo necesitaría, y él definitivamente lo necesitaba más.

-Con Helena… éramos novios desde siempre, y tu mamá era su mejor amiga. Y un día, después de una estúpida pelea, ambos traicionamos a Helena. Fue una noche! Nada grave pasó según nosotros. Y el día de nuestra boda, le entregaron unos analices a tu mamá, donde nuestra vida cambió para siempre. Al saber que te estábamos esperando, no podía casarme con Helena y la dejé en el altar. Tomé a tu madre de la mano y nos casamos en una capilla cercana, por eso es que no hay fotos de nuestra boda, por eso es que tuvimos que partir de cero. Al año, nos reencontramos con Helena, nos perdónanos y sí, hijo, tuvimos una aventura, nuevamente una noche, y Helena desapareció. Diez años después, nos encontramos cuando me presentaron a mi nueva secretaria. Era Helena. Nos tomó de sorpresa a los dos. Fue todo estrictamente profesional, hasta que un día tuvo que salir temprano porque su hijo se enfermó en el colegio. Yo me ofrecí a llevarla y al verlo lo supe: Rafael era mío. Le dije a tu madre y fuimos a verlos; ninguno necesitó el ADN, pero lo hicimos de todos modos. Rafael no lo sabía, bueno hasta ahora. Con tu mamá decidimos que no podíamos seguir mintiéndonos; nunca fuimos una pareja, sí una familia,  nos queríamos, no respetábamos a nuestro modo; ella encontró el amor, Lucía iba  a casa de Víctor el día del accidente… esa es la verdad, Martín. Tus padres fuimos los mejor amigos, pero jamás fuimos pareja, sólo  queríamos lo mejor para ti, porque Martín tú siempre fuiste lo único verdadero en nuestro matrimonio.-

Bajó la cabeza para ver la reacción de su principito y le dolió el alma de verlo llorar como lo hacía.
-Perdóname, hijo! Nos equivocamos- Murmuró, pasando su pulgar por las mejillas de su chiquito para secar las lágrimas.
-Noooo.... me mintieron.- Lloriqueó Martincito, queriendo salirse del regazo de su papá, pero Ricardo aferró más sus brazos alrededor de su niño para retenerlo.

-Shhhh!! Shhhh!!… Martín, sé que no lo entiendes, pero no cambia nada lo que sentíamos por ti, hijo. Créeme. Si pudiera hacer las cosas bien, cambiaría todo, menos el hecho de tenerte. Eres mi hijo y eres lo único de lo que jamás me he arrepentido. –Dijo, apretándolo con fuerza - Te amo, Tin Tín-

Martín por fin devolvió el abrazo y dejó todo su dolor y odio fluir en lágrimas. Y lloró hasta que se quedó dormido en el pecho de su papito, que lo mecía tiernamente entre sus piernas. Adoraba con toda su alma a ese mocosito lindo que era su niño.
Lentamente, lo metió a la cama, rogando que su otro hijo pudiera perdonarlo.

Cuántos errores había cometido en su vida... Pero ésta vez trataría de hacer las cosas bien… con ambos.
A la hora, un fuerte golpe en la puerta despertó a Martín de su sueño. Estaba abrazado a su papá y, con cuidado se salió de sus brazos para ir hacia la puerta.

-…no puedes obligarme a volver!!! No quiero volver!!- Vociferaba Rafael.
-Sí puedo!! Soy tu madre y tú eres menor de edad! Así que si no quieres que te dé unos azotes, vas entrar a la casa, ofrecerás una disculpa y vas a escuchar lo que tenemos que decirte…

-Yo ofrecer una disculpa? ¿YO? SON USTEDES LOS SUCIOS QUE NOS DEBEN UNA!! POR TU CULPA MI HERMANO ME ODIA, Y YO LOS ODIO A USTEDES!!- Le gritó llorando.

Martín, al sentir los gritos, salió lo más rápido que pudo de la habitación, sin percatarse siquiera de cómo estaba vestido. Por suerte, su papá le había puesto el calzoncillo cuando estaba dormido que sino… mejor ni pensarlo… al llegar frente a su hermano se abrazó a él. -Deja a mi hermanito en paz!- Dijo, casi en un grito.

-Me mintieron, Martín… Nos mintieron…-

-Shhh... Lo sé, hermanito, lo sé… Pero no te preocupes, lo solucionaremos!- Le decía, apretándolo fuerte como su papito lo había hecho con él. 

Rafael se sorbió los mocos y trató de sonreírle -Y tú por qué estás en calzoncillos?

El chico se miró recién dándose cuenta de su precario atuendo y el dolor en sus nalguitas se registró en su mente, haciéndolo quejar. -Porque papá me pegó!!- Gimoteó.

-Papá te pegó?!- Repitió, sin poder registrar en su cerebro lo que oía, y miró enojado al pobre hombre que trató de esconderse detrás del amor de su vida. Aquellos dos traviesos tenían la misma forma de mirar acusatoriamente.

-Por qué le pegaste a mi hermano?- Lo encaró.

-Cariño.- Helena decidió hablar- Él es tu padre y ama a tu hermano, tanto como a ti, y no quiere que nada malo les suceda. Tu hermanito se pudo haber muerto hoy...- Calló, mirando las expresiones de sus chiquitos. 

-Pero pegándole no es la mejor manera de decir “me alegro que estés vivo”, mamá- Le reclamó Rafa.

Ricardito miraba orgulloso el trato protectorio que tenían sus niños entre ellos. Era bueno saber que al menos la relación de cariño que se tenían desde el primer día que se conocieron seguía intacta.

- Mi chiquito, es mi deber castigar a tu hermanito... él estaba confundido y puso en peligro su vida, sabes que no soy partidario de las nalgadas pero hay en ocasiones que es la forma más efectiva de llevar el mensaje a vuestras cabecitas- Dijo besándole la frente a sus dos hijos

-Eso quiere decir que no nos van a pegar más?- Dijo, aprovechándose del pánico, su padre decía que no era partidario de ellas que lo demostrara ahora, porque su mamá le había prometido una zurra con el cepillo.

Los tres hombres miraron expectantes a Helena. Ricardo incluso con una expresión de ruego por su niñito, pues por lo mucho que la conocía sabía que su hijito tenía una cita programada con el cepillo.

-Cierto que no, papá? No nos pegarán nunca más!- Manipulo Rafaelito. Pero papá lo miró feo, dándose cuenta de las intenciones del menor de sus bebés.

-Rafael!- Sonó la advertencia.

Pero Rafael no pensaba dar su brazo a torcer. –Promételo, papi-

-Jmmm... Rafael!- Llamó la atención Helenita, intentando contener una sonrisa.- Los amamos, mi cielo, y por eso queremos lo mejor para ustedes! Son nuestros tesoros, no lo duden nunca, está claro?!

-Nuestros traseros si lo dudan- Dijo Martín, dándose masajes suavecitos en la colita.

Ricardo extendió sus brazos ante el puchero de sus nenes y se vio asaltado por los bracitos de sus hijos, que lo rodearon en un abrazo aplastante, que casi se lleva su aliento. Pero eso no le importaba a Ricardo. Él era el hombre más feliz del mundo, con costillas… o sin ellas, mientras sus hijos estuvieran con él.

-Aún no te perdono... papá... pero yo siempre te he querido como mi papá... Así que no cambia nada- Le dio un beso en la mejilla.

-Lo siento tanto, pequeño!!- Susurró Ricardo, abrazado a Rafael -Yo te amo más! y nunca dejarás de tenerme... los amo mucho a los dos!

-Yo también sigo muy enfadado con ustedes- Dijo Martín y se abrazó a la que desde hace cinco años era su segunda madre. Ahora entendía por qué su mamita siempre se preocupó que Helena tuviera ese papel preponderante en su vida, si desde que la conoció hacía varios años, él sabía que podía contar con Helenita como si fuera su propia mamá... y vaya que Helena había compensado esa confianza con creces.

-Los amamos, jovencitos, y aunque estén enojados con nosotros, los haremos muy felices. Pero ahora mi niñito se irá a poner pantalones para que no pesque un resfriado.

Ricardo mandó a su niño de una palmadita a su habitación, susurrándole "te amo" y Martincito, le sonrió y se fue a su habitación casi arrastrando a su hermano con él.
-En qué quedamos?! No- Mas- Palmadas!!- Se quejó Rafael y corrió con el que era su hermano desde siempre.

Helena y Ricardo se abrazaron llorando. Habían esperado tanto por éste encuentro... pero el miedo a la reacción de sus hijos siempre los había frenado. Así que ahora no podían más que dar gracias por el resultado. Los chicos se fueron a la cama, no quisieron separarse así que se durmieron juntos, como la familia que eran.

12 comentarios:

  1. hermoso perfecto esperouna conti porfisss¡¡

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  2. Joooooooooooooooque bello, que bello, que bello!!!!.. ¿Continua verdad?..porque si no le das otro capi dejp de comer brócoli por el resto de mi vida!!!

    Genial Ariane-Lady como siempre,no le podía pedi menos a dos genias como ustedes, es más, si hubiera sido una mala historia no se los perdonaría nunca porque se la calidad de escritoras que son, pero les quedó de rechupete asi que solo me resta decir: OTRA!!!..OTRAAA!!!

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  3. BELLO... con tal que no sea para alborotarlo a uno y dejarlo con ganas...y luego nada... Upsss... aun con el sentimiento de Alessandro jajajaj... Les quedo genial chicas

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  4. Que historia chicas :3
    Me encantó!!
    Martín me ahh me robo el corazón y todo lo que dijo a su papi muy duro pero muy desahogante
    Continúen la historia porfía chicas
    Son geniales
    Saludos

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  5. Hermosa historia, con mi aire de brujita ya sabía que iban a co-escribir un fic estaba apunto pero apunto de decirlo a voz alta:...heyyy!! para cuando la historia...y por suerte ya publicaron :D jajaja.

    Tanto secreto, tanto oculto y dentro del mar de mentiras la unica verdad es que los cuatro se adoran como familia!! ahhhh me encanta esta de mis favoritas.

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  6. gran relato es la primera vez k escribo un comentario solo me queda decir k son unas GENIAS!!!!

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  7. Muy linda la historia. Les quedo lindo, felicitaciones.

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  8. Les ha quedado super super espero la continuen y saber que pasará con esta linda familia

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  9. Hola, chicas.... pero qué lindas palabras!! Mil gracias!! Gracias Mousse, Cassy, Sanha, Dunkitas, Cath, Carliiii, Miranda y Fanny... qué gentiles son!! :D

    Les agradezco muchísimo a todas por su lectura y sus comentarios!!! Fue muy entretenido escribir de estos chicos lindos y... todo un regocijo escribir junto a una grande como Lady!! =D Gracias a ti también Lady!

    Un besote grande para todas!!

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  10. Owww, qué linda historia!!

    qué... complicadas relaciones familiares! xD

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  11. voy a patearle el trasero a Ricardo, podia haber esperado un tiempo mas, por lo menos ser mas delicado para el su muejr seria amiga, pero para su hijo vivir una mentira de tantos años y querer borrarla con una explicacion de que traicionaron a HElena? jo, el duelo de su hijo era reciente si DEFINITIVAMENTE VOY A PATEARLO......... LADY ME HAS LEIDO, VOY A PATEARLO Y A HELENA TAMBIEN

    JAJAJAJJA , perdon, es que lady y ariane, ustedes crean situaciones que me ahcen rabiar muchisimo y sacan lo peor de mi jajajajajja
    estuvoe estresante, con mucho suspenso, intriga, pena y todo un revuelo de sentimientos esta inauguracion
    espero que haya una continuacion, ambas se complementan

    FELICIDADES

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  12. Hay chicas tantas emociones a ras de piel, pobre chicos tanta cosa que enfrentar así de una, que bueno que se tengan los dos.
    Muchas gracias por unir sus mentes brillantez y darnos tan hermosa historia

    Gloria

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